Un grupo de personas que asistieron al almuerzo solidario en la Feria quieren agradecer la invitación que les ofreció la Fundación Cajasol y la participación del Economato María Auxiliadora. A tal efecto, nos han hecho llegar la siguiente carta:
“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” (Salmo 125)
¡Qué efecto tan placentero produce una llamada telefónica! ¡Qué satisfacción sentimos en nuestro corazón al conocer la grata noticia! ¡El lunes 20 de abril lo viviríamos de forma única!
La invitación de la Fundación Cajasol produjo unos efectos que quedarán grabados para siempre en nuestro recuerdo. Este detalle ha conseguido que nosotros y los que llenamos la caseta de feria nos sintiéramos encantados, felices, a gusto, contentos porque todos, desde los responsables hasta las personas que nos atendían, nos trataran como si fuéramos los únicos habitantes de la tierra.
Dicen que “la solidaridad embellece las personas y las cosas” y nosotros fuimos testigos de esta afirmación; nos abrazaron con la mirada, nos acogieron con la sonrisa, nos rodeaban con su amabilidad, nos estrechaban con sus atenciones a todos en su conjunto y a cada uno en su singularidad.
La felicidad sólo se alcanza al sentirse incluido en la realización de grandes deseos, grandes sueños. Nosotros la palpamos: los ojos de los niños brillaban y su alegría iba en aumento, con una luz nueva.
Desde aquí queremos expresar nuestra gratitud por recibir este don no merecido y percibir que otras personas han sido la causa de tanta dicha. Esta jornada vivida entre risas, miradas de complicidad y de buen ambiente quedará impresa en nuestro recuerdo y la disfrutaremos muchas veces; volveremos, de vez en cuando, con nuestra imaginación, a aquel día en que muchas personas consiguieron que la misma fiesta que se vivió en el Real de la Feria de Sevilla se celebrara en el cielo, con caseta, farolillos, sevillanas y angelitos bailando muy contentos.
¡Gracias, infinitas gracias, a Doña Mercedes Camacho y a los demás representantes de la Fundación Cajasol! ¡Gracias, infinitas gracias, a Sor María José Cabet porque entre tantas familias se acordó de nosotros diez! ¡Gracias por dejarnos soñar despiertos, por vivir un día distinto a los demás. ¡Que el Padre Dios os bendiga y os premie lo que hacéis de bonito en la tierra!
Eternamente agradecidos por el regalo recibido,
Las diez personas que tuvieron el placer de compartir
unas horas felices gracias a vuestra generosidad y entrega